Ya estamos en la recta final de este año 2020 tan retador como transformador. Tras todas las caídas de estructuras, no sólo a nivel colectivo y social, sino también a nivel personal - Lo habéis sentido, ¿verdad? - Toca hacer una pequeña reflexión sincera y honesta para avanzar conscientemente hacia todo lo que viene por delante.
Más allá del protagonista del año, - el COVID-19,- a todos nos ha tocado reconstruir toda una área de nuestra vida; desde cambios en el hogar, ya sean mudanzas, cambios en las dinámicas de la casa, cambios laborales (despidos, cierres, nuevo trabajo, carrera, aspiraciones) relaciones de pareja (fin o inicio de relación) temas de salud… Sea cual sea el tema que te haya tocado vivir; Nuestra estabilidad se ha tambaleado por las respectivas inquietudes emocionales que han generado estas situaciones, y de éstas es de las que quiero hablar: las emociones.
Qué curioso que somos todo terrenos en nuestras rutinas, con nuestras ocupaciones de trabajo y responsabilidades diarias, ¡lo dominamos todo! pero cuando se trata de hacernos responsables de nosotros mismos, de las situaciones que creamos y nuestras emociones, una de dos; o nos bloqueamos o actuamos irracionalmente sacando todo de contexto y exagerando lo negativo de la situación en lugar de afrontar las cosas tal cual son.
Tranquila/o, nos ha pasado a todos en algún momento y aunque no es como debería ser, nos pasa porque nadie nos ha enseñado a gestionar nuestras emociones. Bueno, ni a gestionar ni a siquiera sentir emociones pudiéndolas describir y aceptar como válidas. Durante décadas hemos estado viviendo en una sociedad caracterizada por la inmediatez del hacer y ¡tener, tener, tener! Esa imposición del tener que hacer para tener bienes materiales como reflejo de éxito en la vida ha hecho que inconscientemente nos traicionamos a nosotros mismos queriendo ser aceptados por la sociedad, manteniendo una imagen, una reputación, pero olvidándonos de quién queremos ser como personas, cuáles son nuestros valores y qué estado interno necesitamos sentir para ser felices. No, ahí no hemos entrado porque socialmente sentir ha sido visto como débil y ñoño. Sin embargo, este analfabetismo emocional es el que nos ha traído a donde estamos ahora.
Entonces; como voy diciendo, con este panorama, llega 2020 y nos rompe todas estas estructuras que creíamos firmes y nos obliga a enfrentarnos con esas emociones que tanto tiempo habíamos reprimido o evitado. Ahora toca ser conscientes de esas inquietudes y pasar por ellas, sentirlas y aprender a manejarlas porque no queda de otra my friend…
En este aprendizaje de manejo de emociones es donde el papel del coach puede ayudarnos a avanzar con calma y serenidad. Un coach tal como la palabra anglosajona indica, viene del verbo “to coach” que significa entrenar. Por tanto, es fácil describir a un coach como un entrenador.
Centrándonos en el tema que estamos abordando, nos referimos a coach como un entrenador de vida; una persona que es capaz de ayudarnos a manejar eficazmente los retos que nos presenta la vida a fin de obtener el mejor resultado hacia lo que queremos lograr de manera responsable, íntegra y eficaz.
Es importante entender que un coach es un guía especializado en técnicas psicológicas para acompañar en el proceso que la persona necesite y solicite. Un coach, por muy relacionado que esté con la psicología NO puede ni debe recetar medicamentos, eso es labor de un psiquiatra. Que quede claro para que no haya engaños….
La figura del coach de vida, igual que la de un entrenador físico, es aconsejable tenerla para mantenernos en línea con nuestra visión de vida de manera sana. Que está muy bien tener ambición, querer ganar, ser exitoso profesionalmente y tener una gran calidad de vida, ¡claro que sí! eso nadie lo discute, ¡todo lo contrario! pero si lo hacemos con coherencia, siendo honestos con nosotros mismos y nuestros valores, la emoción que vamos a sentir adentro será tan plena que podremos sentirnos completos de verdad.
Termino con una frase de Louise Hay (1926-2017), referente motivacional en crecimiento personal y autora de varios libros:
“Para cambiar tu vida por fuera, debes cambiar tú por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el universo comienza a ayudarte y te trae lo que necesitas”.