Uno de los primeros recuerdos que atesoro en mi memoria, son
esas largas tardes de verano en el pueblo, sentada en el suelo de una casa de
piedra mientras miraba atónita a mi abuela y mi tía haciendo ganchillo.
Podía pasarme horas y horas viéndolas mover las manos, era
hipnótico y mágico como con un hilo, una aguja y un hábil movimiento de muñeca
terminaban creando colchas, tapetes, patucos y vestidos, así que en cuanto tuve
la conciencia suficiente y la habilidad manual para aprender, no tardaron mucho
en enseñarme y yo, ¡encantada!
El ganchillo se asocia a los manteles o los tapetes, pero y
si te digo “crochet”, seguro que ahora lo asocias con la moda.
La palabra Crochet, deriva del francés antiguo, aunque lo
conocemos como croché o ganchillo, nombre que recibe por la aguja que se usa
para tejer.
Es un arte popular en el que, entrelazando unos puntos entre
sí, con la ayuda de una aguja corta específica (la famosa ganchillo) da como
resultado un tejido al que le damos forma.
Aunque no hay nada que lo demuestre, popularmente se cree
que el ganchillo se heredó de prácticas tradicionales de los Árabes, Sudamérica y China.
Se popularizó durante el siglo XVI como una técnica casera
de decoración, textil o del hogar, para todas aquellas casas que no podían
permitirse encajes, ya que eran un elemento caro o de lujo y recurrían al
ganchillo. Hoy en día y aunque en algunos hogares todavía se usa como elemento
decorativo o como “tus labores”, está muy extendido en el mundo de la moda,
tanto es así que ya es una de estas tendencias básicas que vuelve cada
verano.
Actualmente no todo el crochet está hecho a mano, hay muchas
máquinas industriales que pueden tricotar piezas en un periquete y son un gran
avance porque no todo el mundo tiene la suerte de saber tejer crochet, ni
tiempo para ello, pero el crochet nos conquista cada verano, es imposible verlo
y no trasladarse a el sol, la playa, los festivales y las noches de bohemia que
vienen con el buen tiempo.
Puedes encontrar todo tipo de prendas de crochet, desde un
bikini a un sombrero. Colores lisos o mezclando colores, incluso los hay en tie-dye,
lurex o tejidos metalizados y con tantos modelos distintos cuesta quedarse solo
con uno.
Puedes conjuntarlo con todo, una prenda en exclusiva de crochet como
un top con tus jeans favoritos, un chaleco con una falda o complementando tu
look en un bolso o como accesorio en un collar o unos pendientes.
También hay prendas que combina otros tejidos, texturas y
elementos con el tejido de crochet en la misma pieza.
Adáptalo a ti, sea cual sea tu estilo puedes llevarlo con un
look más romántico, o con el folk, el bohemio, el chic y el urbano,
incluso puedes combinarlo con un traje para llevarlo a tu oficina en modo
working no desentona.
Por su versatilidad tanto de modelos como para conjuntar con
todo, no falta en nuestro armario, me tiene completamente conquistada y tú, ¿te
rindes al crochet?
Redacción: Anie Rodríguez Labrador