En cuarentena: ¿Cómo llevas el armario?



Durante esos días de ‘no hacer’ y ‘hacer todo’,
todos hemos ocupado el tiempo con diferentes tareas,
pero si yo te digo que eres lo que vistes al igual que lo que comes,
¿cómo lo llevas?


            La cuarentena se nos ha ido de las manos en los cánones de belleza, el pijama se convirtió en mi ‘fondo de armario’ y mi coleta a medio hacer era el mejor look para estar por casa, ¡es que tampoco podíamos hacer mucho más!… expertas en recetas, pioneras en manualidades, tareas del hogar a tiempo extra y cinéfila de los estrenos de Netflix; ¡stop! esto puede causarnos mucha risa o placer de contar más adelante, pero alguien se ha detenido a pensar en nuestro armario. Por mi parte: ¡felicidades! a las que si se atrevieron a no convertir el chándal en su rutina diaria.

            Asimismo, valoramos mucho más las cosas que dejamos al pendiente, nuestros viajes de primavera guardados en el cajón y esas comidas en familia echados en la terraza, eso que nos hace una marca poderosa y familiarmente valorada. Es que, cuando viajamos convertimos la memoria en disco duro de experiencias y todo lo que compartes se convierte en sabiduría, una fotografía llena de magia que logra que otros viajen contigo. Y esos besos de domingo por la tarde, que te dejan la mejilla bronceada de afectos, pero volvamos al armario….

            Mientras tanto, mi cajón de maquillaje se pregunta: –¿Qué ha pasado?, y yo que nunca me había hecho tantas mascarillas en el cabello y cara sigo pensando en no maquillarme; muchas de nosotras hemos dejado al relucir nuestros cabellos naturales, esas uñas sin color y yo no me arrepiento en haber ganado seguridad al puro estilo de mi propio ‘ser’, y otras se han hecho el ‘kit’ de belleza casera, ¡vaya craks están hechas…

– ¡Oye, oye… Alex, el armario!, decía una voz en lo profundo de mi habitación.

– ¡Ya, ye he oído, sé que estás ahí…!, decía en mis pensamientos.

– Aquí tienes tareas pendientes, y vaya que tenemos para rato…

            Y sí, nos habló el armario, el rey de las marcas, nuestro fiel compañero del branding personal, el causante de nuestros mayores éxitos ante los ojos de otros, el que nos sube el ánimo, el que se emociona con una percha nueva… ese mismo lleva esperando el proceso de limpieza y repotenciar conceptos.

            Sin embargo, muchas de nosotras, tenemos un proceso afectivo con algunas de nuestras prendas, esa hormiguita que nos aleja del mejor ‘détox' a nuestro armario. El vínculo emocional que generamos con algunas prendas va mezclado muchas veces con las emociones, lugares o personas que van asociadas a ellas, ese lapso en la memoria que frena el proceso de desecho, porque alguien te lo haya regalado, porque lo usaste para una cita especial o porque es lo único con lo que te sientes realmente cómoda.

            Marie Kondo, los que me conocen o han seguido mis lecturas saben el valor que le da – y doy– al proceso de desecho, ese que mezcla: emociones, ropa, artículos, digamos en otras palabras son la reina del desapego por ropa; dicen que una prenda de ropa tiene un máximo de vida útil de cinco años, destacando un contra muy importante: ¿Es la ropa el próximo ente contaminante del mundo?, algunos afirman que sí lo es, incluso tan dañino y peligroso como el plástico, aunque esté será otro tema que podremos tocar más adelante.

            Así que, llego el momento de enfrentarnos al armario y tomar decisiones, debemos desechar todo aquello que ya no pertenece a tu vida actual, quizá porque no sea tu talla actual, has cambiado de vida o profesión e incluso porque el clima de tu ciudad actual no hará que lo uses prácticamente NUNCA.

            Siguiendo algunas recomendaciones que he ido leyendo, puedo recomendarles:

  •  Cortar con el vínculo emocional con algunas prendas, y es una decisión muy personal pero bastante necesaria, da las gracias por las experiencias vividas con la prenda y desecha.
  •  Acepta como eres, quizá más delgada o más rellena, profesión o edad, vínculo tu situación actual a tus prendas de ropa.
  •  Toma la prenda y pregúntate: ¿Me lo pondré para…?, quizá no hay un momento para ella.
  •  Tu rutina de vida, si por ejemplo no nos gusta salir de fiesta, por qué tenemos tanta ropa para esas ocasiones, quizá ahora tu estilo de vida sea otro.
  •  Olvídate de los “por si acaso” y piensa en la última vez que o usaste con gusto, si han pasado más de cinco años de eso, quizá sea el momento ¿no?, esos “por si acaso” casi siempre son “nunca”.
  •  Nuestra misión ha terminado, la ropa tiene objetivos en tu vida, bien sea darte seguridad, autoestima, belleza, pero ahora piensa que no la necesitas para ninguna de las tres menciones anteriores, entonces si ella te dio felicidad hoy, pues quizá mañana haga feliz a otra persona, donar es una buena forma de despedirte.
  • Establece normas para comprar, no compres por comprar, compra con cabeza, necesitas realmente esa nueva prenda, y proponte que por cada prenda nueva tiraras una vieja ¡a mí me funciona de maravilla!.
  •  “¡La ropa es un objeto, no un recuerdo!”, no vincules una prenda a tu felicidad.   

                No será fácil limpiar el armario, pero ponte como meta hacer estas recomendaciones en cada cambio de estación, te darás cuenta de lo importante que es tener menos y con muchísima ilusión que la típica frase de “…no tengo ropa”, delante de un armario que estalla.






Redacción. Alexandra Ruggiero

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