Madrid se transformó en septiembre en una pasarela viva. Durante cuatro días, del 13 al 16, la capital celebró el décimo aniversario de Madrid es Moda (MeM), la cita que ha redefinido cómo entendemos la moda española. La ciudad no solo acogió desfiles: se convirtió en escenario, galería y manifiesto.
La inauguración, el sábado 13 al caer el sol, fue un espectáculo inolvidable. En los Jardines de la Plaza de Oriente, bajo la mirada del Palacio Real, el Teatro Real y la estatua ecuestre de Felipe IV, más de veinte diseñadores mostraron sus creaciones en una pasarela natural que unió moda y patrimonio. Fue un homenaje a los artesanos y a los oficios invisibles que sostienen este universo, pero también a Madrid misma, que abrazó la moda con la majestuosidad de una capital cultural.
Los días siguientes la ciudad se fragmentó en pequeños universos creativos. Devota & Lomba conquistó la escalinata del Museo Arqueológico Nacional; Duyos iluminó el Claustro del Pozo en el IES San Isidro; Maison Mesa reinventó el antiguo monasterio de las Salesas, hoy sede de la Universidad Nebrija; mientras que María Lafuente llevó su poesía textil al Palacete de Villa Rosa. The Extreme Collection deslumbró en el Wellington Hotel & Spa, y E.R.A.X. hizo del Palacio de Santa Bárbara su escenario.
Hubo también gestos íntimos que marcaron esta edición. Moisés Nieto presentó su primera colección bridal, Roberto Torretta abrió su atelier para un shooting en directo que dejó al público respirar el latido de su proceso creativo, y Daniel Chong sorprendió con una colaboración cápsula junto al artista Okuda San Miguel, presentada en un espacio intervenido por él mismo.
La moda se mezcló con otras disciplinas: Oteyza dialogó con la fotografía de Ortiz Echagüe en su colección Trazas; el Colectivo Escultura Tímida reunió a veinte artistas joyeros en una exposición que reivindicó el broche como pieza de arte; e Isla Bonita Moda transportó la fuerza creativa de La Palma a la Serrería Belga. Incluso la Semana Internacional de la Moda Flamenca (SIMOF) viajó por primera vez a Madrid, desplegando en performance la evolución del traje de flamenca desde el XIX hasta hoy.
Más allá de los desfiles, Madrid es Moda volvió a ser plataforma de compromiso. En alianza con Ayuda en Acción, Dominnico protagonizó un encuentro con jóvenes en el Palacio de Altamira, demostrando que la moda puede ser también una herramienta de transformación social.
El glamour no estuvo reñido con la autenticidad. Clinique propuso pieles frescas y luminosas, mientras Keune Haircosmetics esculpió cabellos que acompañaron las narrativas de cada diseñador. Unisa, con su calzado artesanal, selló los looks inaugurales, y marcas como Toyota España y Solán de Cabras dieron soporte desde la sostenibilidad y la sofisticación.
Diez años después de su nacimiento, Madrid es Moda no fue solo un aniversario: fue una declaración de principios. La moda española se mostró fiel a sus raíces, artesana y cultural, pero también abierta al futuro, libre de temporadas rígidas y con un pie en lo urbano. Madrid se reafirmó como capital mundial de la moda lenta, colocándose a la altura de París, Londres o Milán, pero con un sello inconfundible: el suyo propio.
Fotografías. Madrid es Moda

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