El desfile de Isabel Sanchis en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid fue mucho más que una presentación de moda: fue un viaje sensorial en el que cada prenda parecía dialogar entre tradición y modernidad, entre la arquitectura y la naturaleza, entre lo efímero y lo eterno. La diseñadora valenciana, junto a su hija Paula Maiques, conquistó al público con una colección haute couture que dejó a los asistentes fascinados y en silencio reverencial en más de un instante.
La propuesta Primavera-Verano 2026 se construyó sobre dos pilares esenciales: la majestuosidad de los volúmenes arquitectónicos y la delicadeza de la cultura japonesa. Esa tensión de opuestos –estructura y fluidez, disciplina y desafío, pasado y futuro– se materializó en piezas que parecían obras de arte en movimiento.
Los tejidos, trabajados con bordados inspirados en fresnos y murales nipones, dieron vida a vestidos vaporosos y prêt-à-porter sofisticado en tonos suaves de verdes, naranjas y rosas. La sensación era la de un jardín en plena floración, efímero pero eterno en la memoria de quienes lo contemplaban.
El momento más esperado llegó con la parte final: el blanco y negro, sello indiscutible de la firma, apareció en diseños vanguardistas y volumétricos que arrancaron suspiros. Vestidos moldeados sin costuras, bordados geométricos, flores creadas con impresión 3D y prendas de silicona que parecían detener el tiempo. Cada pieza invitaba a soñar con un futuro en el que la moda se convierte en escultura y la tecnología en artesanía.
La emoción fue tal que, al concluir el desfile, los asistentes se pusieron en pie para ovacionar a Isabel Sanchis y su equipo. Un aplauso unánime y prolongado que reconocía no solo la majestuosidad del trabajo presentado, sino también la capacidad de la firma para conmover y elevar la moda a un territorio de pura emoción.
Isabel Sanchis, con más de tres décadas de trayectoria y reconocimientos internacionales, ha demostrado una vez más que su visión va más allá de la moda. Su obsesión por la feminidad, el detalle y la excelencia se sintió en cada puntada, en cada volumen, en cada silueta. Su desfile en Madrid no solo reafirma su lugar en la alta costura española, sino que la sitúa en un plano universal: el de las creadoras capaces de emocionar y transformar con un vestido.
En un mundo que corre a toda velocidad, Isabel Sanchis nos recordó en esta colección que la verdadera moda no tiene fecha de caducidad, que lo efímero puede ser eterno y que la belleza, cuando se hace con alma, se convierte en emoción pura.
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Fotografías. David Reinoso