Es cierto que cada estación del año tiene su encanto, cada una de
ellas con sus diversas características, son el deleite o el agobio de muchos y
hacen que se desee la llegada de alguna, más que de otras, de una manera muy especial.
Personalmente soy más del otoño
y del invierno; y aunque para muchos sean estaciones llenas de melancolía, para
mi son dos momentos en los que me siento llena de energía, es como si las emociones
pulularan con mayor fuerza, será porque gran parte de mi vida, esos colores
acompañaron mi existir…
Y a pesar de como me hagan sentir esas fases del tiempo, no voy a
negar que también me gusta observar, el color que se genera en las personas
cuando llegan a ser invadidas por los rayos del sol, son seres diferentes cuando
el calor abraza sus pieles, cuando las brisas cálidas del verano juguetean con
cada fibra de su ser.
Es el momento en el cual toda esa vitalidad, emerge y se
representa en cada color de las piezas que se llega a lucir, inevitablemente es
un fiel reflejo de lo que desean transmitir.
Y aunque el otoño y el invierno, sean las estaciones que suelen darme
de una manera u otra esa energía, esa vida; me ilusiona ser participe de la transformación
causada por la primavera y por el verano, es simplemente fascinante ver como cada
persona va despertando, ver ese brillo en los ojos y esa sonrisa eterna en los
labios… ¡Simplemente renacen!
“El ir y venir de las estaciones del año nos dan
más de las primaveras, veranos, otoños e inviernos de nuestras vidas. Refleja
el ir y venir de las circunstancias de nuestras vidas como la cristalina
superficie de una charca que muestra el rostro radiante de alegría o
contorsionado por el dolor.”
Gary Zukav
Photographer: Karina Casquero.