Una experiencia gastronómica en Castellar de n’Hug que reivindica la tradición pastoril, la sostenibilidad y la memoria a través de platos llenos de sentido y territorio.
Una fiesta de la cocina con raíces profundas
La cocina es memoria, paisaje y alma. Pero pocas veces se honra tanto su dimensión ancestral como en Cuinaigua, el encuentro gastronómico celebrado este fin de semana en Castellar de n’Hug (Berguedà), que ha convertido este pintoresco rincón del Pirineo catalán en el epicentro de la cocina de la trashumancia y del agua. No ha sido una feria cualquiera, sino una celebración profunda y emotiva de los sabores que brotan del territorio, la tradición pastoril y, sobre todo, del agua como esencia vital de cualquier elaboración culinaria.
Cuinaigua forma parte del ambicioso proyecto “12 meses, 12 paisajes” de Cataluña Región Mundial de la Gastronomía 2025, y en su segunda edición ha sabido reunir en un mismo escenario a chefs consagrados, cocineros locales, expertos divulgadores y amantes del buen comer. Todos ellos, con pasión y creatividad, han rendido tributo a una cocina que nace del esfuerzo, del respeto a la tierra y del ingenio de quienes, como los pastores trashumantes, aprendieron a transformar lo sencillo en sublime.
La memoria hecha receta
Desde el primer momento, Cuinaigua se reveló como un acto de resistencia culinaria: el de quienes luchan por mantener viva la memoria del fogón tradicional. Tras la inauguración oficial, fueron los cocineros locales los que marcaron el tono del encuentro. Josep y Joan Armengou Casals, de Cal Fanxicó, y Carla Orriols López, del Hostal Les Fonts, ofrecieron un recorrido sensorial por la cocina de sus abuelos: rabo de buey, conejo en escabeche, patatas enmascaradas y fresas del bosque con almíbar de saúco. Cada plato, más que una receta, fue una historia.
La presencia del periodista gastronómico Jaume Fàbrega añadió capas de contexto, entreverando en cada preparación anécdotas, sabiduría popular y reivindicaciones. Porque en Cuinaigua no solo se come: se piensa, se escucha y se aprende.
Estrellas Michelin, ingredientes humildes
Uno de los momentos más aplaudidos fue la intervención de Cesc Rovira, chef de la Fonda Xesc de Gombrèn (estrella Michelin), quien elaboró una delicada sopa fría de moixernons (senderuelas) con hierbas y flores silvestres. Una receta aparentemente sencilla que despertó el recuerdo de las sopas pastoriles de alta montaña y devolvió al agua su lugar de honor: no como elemento secundario, sino como columna vertebral del plato.
El maestro Pere Arpa, por su parte, presentó una perdiz de cordero con patatas, usando pulmones y corazón del animal, en una lección magistral sobre el aprovechamiento integral. La cocinera Ada Parellada también apostó por esa mirada consciente y sostenible, preparando mollejas y carrilleras de cordero, dos piezas antaño humildes que hoy resurgen como auténticas delicatessen en la alta cocina.
Y en un giro dulce y sorprendente, el maestro chocolatero Oriol Balaguer cerró la jornada del sábado con sus bombones del Llobregat: joyas rellenas de agua de río que explotan en boca como una metáfora poética del espíritu de Cuinaigua. La cocina como juego, emoción y belleza.
Territorio, tradición y creatividad
La segunda jornada empezó con un desayuno de montaña conducido por Josep y Mireia Armengou, cargado de historias de trashumancia, fogones de leña y mañanas frías al calor de un caldo humeante. Luego, Núria Bonet, de Ca la Núria (Bellver de Cerdanya), ofreció una clase magistral de cocina de montaña, preparando cinco platos distintos con carne de cerdo y cordero de proximidad. Fue un despliegue de técnica, respeto por el producto y una lección de identidad culinaria.
El cierre, a cargo del chef Albert Boronat (Ambassade y El Colmado de Llívia), simbolizó la fusión entre culturas trashumantes con sus “patés sin fronteras”, un arroz con tupins y un cordero cocido en arcilla y alfalfa. Platos que viajaron entre Cataluña y Francia como lo hacen los pastores con sus rebaños, uniendo paisajes, estaciones y generaciones.
El agua como memoria líquida
Cuinaigua ha dejado claro que el agua no solo hidrata: narra, une, emociona. Es el hilo conductor de una gastronomía que reivindica lo esencial, que no se rinde ante la estandarización ni el olvido. En tiempos donde la inmediatez reina, encuentros como este nos invitan a mirar atrás para avanzar con sentido.
Este homenaje a la cocina trashumante y del agua no es una postal nostálgica, sino una declaración de principios: el territorio importa, la memoria alimenta y la sostenibilidad comienza en la olla. En Castellar de n’Hug se cocinó mucho más que comida. Se cocinó identidad.
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CAL FANXICÓ + RTE LES FONTS |
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CAL FANXICÓ + RTE LES FONTS |
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CAL FANXICÓ + RTE LES FONTS |
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CAL FANXICÓ + RTE LES FONTS |
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CESC ROVIRA |
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CESC ROVIRA |
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NURIA BONET |
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NURIA BONET |
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ADA PARELLADA |
PERE ARPA |
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ORIOL BALAGUER |
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ORIOL BALAGUER |
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ALBERT BORONAT |
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ALBERT BORONAT |
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ALBERT BORONAT |