En la provincia de Cádiz hay arte y magia a raudales. En el
artículo anterior nos trasladamos a la ciudad de Cádiz y a sus playas, que, si
no lo leíste, te lo dejo aquí. En
él te avancé que nos íbamos de ruta en los siguientes artículos. En esa zona
podemos disfrutar de cuatro rutas que dan carácter y diversidad a esta zona
gaditana. En Cádiz encontrarás mucho más que playas y carnaval, ven a descubrir
conmigo los secretos del interior de la provincia, los secretos de la Sierra
gaditana.
Hoy te llevaré de ruta por unos pueblos de ensueño. Nos
vamos de ruta por los pueblos blancos de Cádiz. Su carácter de pueblos de
frontera explica la insistencia de los castillos que verás en cada pueblo. La
presencia musulmana unida al carácter serrano es lo que marca los rasgos en su
arquitectura, sus calles empinadas, estrechas y sinuosas, pasadizos de entrada
a viviendas y patios.
En total son veinticinco pueblos con encanto y de los cuales
nueve pertenecen a la provincia de Málaga. Ambas provincias quedan unidas por
esta ruta y por la sierra. No te voy a mencionar todos estos pueblos en este
artículo, ¡no te asustes! Aunque tampoco vayamos con prisa, que vamos de paseo
por un itinerario cultural y turístico y porque no, romántico, por los pueblos que
yo considero de los más bonitos y que no deberías perderte de la parte gaditana.
La parte malagueña la dejamos para otra ocasión.
Ves preparando las maletas y el depósito de gasolina y ¡acompáñame!
Arcos de la Frontera.
Tengo que comenzar esta ruta por Arcos de la Frontera. Sin
duda alguna, es el pueblo que mejor representa los pueblos blancos. Si tuviera
que nombrar solo uno, sería éste. Su sorprendente blancura, sus olivares, sus
viñedos, … Para mí es el rincón más impresionante y bello de la geografía
gaditana. ¡Y que me perdonen los gaditanos si no estoy en lo cierto! Hay
lugares donde uno se queda y lugares que se quedan en uno. Y éste es uno de
ellos. Situado en lo alto de una colina, a 160 metros sobre el río Guadalete. La
luz y la cal se dan cita en cualquier rincón de Arcos. Visita sus iglesias, su
empinado castillo, sus viejos palacios, sus luminosos y floridos patios.
Dando una vuelta por el pueblo una vecina me contó un par de
leyendas, su nombre no lo recuerdo, así que la llamaremos María, si te parece
bien. En la Plaza de Cabildo, delante del Castillo Ducal,
castillo que abren en contadas ocasiones durante el año, María me contó que por
un descuido de la “Reina mora Zoraida” que bajó una noche de luna llena a bañarse
al río, descubrieron los pasadizos secretos que ésta usaba para acceder al
castillo. Así que posteriormente lo asaltaron. ¡Salió caro el descuido y el
baño, me temo!
Me contó otra historia de que existe un dragón que duerme en
el interior de la Peña. Y dicen los vecinos que hay días en los que, en el
silencio de la noche, se le escucha gruñir entre las grietas…
Dejo los misterios y leyendas de lado, y sigo en la misma
plaza para asomarme al Balcón de la Peña Nueva o Mirador de la Peña de
Berlanga, también llamado popularmente “Balcón del coño”. Al
encontrarte prácticamente colgado de la montaña y asomarte es inevitable decir
en voz alta “¡Coño, que alto está!” Eso sí, la vista merece la pena.
Si la altura del mirador no te ha mareado, en la plaza, ¡sí,
la misma desde el Castillo! Está muy bien aprovechada, haz una visita a la Basílica
de Santa María.
¿Tienes hambre? ¡A que sí! Párate en el bar La Cárcel
de la calle Dean Espinosa y prueba el queso payoyo y las croquetas de puchero.
Y si sigues hambriento haz otra parada técnica en la Taberna Jóvenes
Flamencos, y prueba una tapita de mojama y un salmorejo.
¡Tómate un descanso en el Parador de Arcos! Desde su
terraza las vistas son inmejorables. Y te digo un secreto, desde la habitación
número catorce, el amanecer no tiene precio.
Bornos.
Parada imprescindible en nuestro siguiente pueblo blanco,
Bornos, es la visita al Castillo del Fontanar, también conocido como Palacio de
los Ribera o el Convento del Corpus Christi. También tienes que hacer parada en
la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán.
Villamartín.
Nuestra siguiente parada se sitúa en los llanos de
Villamartín, antes de pasar por el pueblo, tienes que visitar el Dolmen de
Alberite, las moles de piedra de esta galería de impresionantes dimensiones
son testigos mudos del legado prehistórico de la localidad.
El pueblo de Villamartín se alza sobre una ladera llana
entre campos de cultivo. Antes que nada, ves a visitar la iglesia convento
de San Francisco, un templo que se camufla con timidez entre las casas.
En la calle el Santo, encontrarás varias casas-palacio
impresionantes. Te destacaría de entre todas El Palacio de los Ríos con
una fantástica fachada. Un poco más alejado en la Calle San Francisco, tienes
que hacer parada en la antigua casa palacio de los Topete, una casa andaluza de
estilo clásico del siglo XVI.
¿Te gustaría conocer este pueblo a vista de pájaro? Tiene un
aeródromo y puedes disfrutar la localidad en aeródromo o autogiro. Mi miedo a
las alturas no me permitió vivirlo, pero seguro que tú eres más intrépido, ¡así
que no te lo pierdas!
Llegado este momento y lugar, me gustaría comentarte que, a
las afueras de esta localidad, de camino a Ubrique, está la Hacienda El
Rosalejo. Si quieres hacer parada y descansar en un lugar singular, éste es
el adecuado. Sus jardines ofrecen una visión inigualable. Quemado en la época
de Napoleón y totalmente restaurado. Su cocina mediterránea te va a encantar.
En el camino de Villamartín hacía Prado del Rey hay que
visitar las ruinas del castillo de Parajete.
Prado del Rey.
Conocido como el pueblo de la miel, es visita obligada Puremiel
y degustar sus exquisiteces.
Destaca la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Y de camino
hacía Alguacil a unos cuatro kilómetros, se encuentran las ruinas romanas “Iptuci”.
El Bosque.
Este pueblo tiene el premio provincial al embellecimiento.
Rodeado de manantiales y un popular río Majaceite. Es puerta al parque natural
Sierra de Grazalema. El paisaje que rodea al pueblo posee un encanto especial.
Hay que visitar la Iglesia de Santa María de Guadalupe. Y te recomiendo
una excursión a Benamahoma, a unos seis kilómetros, para que disfrutes de los
bosques de pinsapos, y el manantial y la fuente de Majaceite.
El que me conoce sabe que me apasiona el queso, en la Sierra
de Cádiz sus cabras y sus ovejas inspiran gastronomía y cocina en todas sus
versiones, y te invito a que vayas a visitar El Bosqueño y pruebes y
compres sus quesos. Saldrás con más de uno en la mano.
Aquí también te recomiendo que visites el Museo Molino de
Abajo. Un edificio del siglo XVIII situado al margen derecho del río. Es un
aula-taller, donde aprenderás el mecanismo de un molino hidráulico y el proceso
de elaboración del pan. Saldrás con un mollete bajo el brazo. La experiencia te
encantará.
Grazalema.
Situada en el centro del parque natural de la sierra que
comparte nombre con el pueblo. A destacar las visitas a la Iglesia de Nuestra
Señora de la Aurora y al Museo de Artesanía Textil. Visita sus dos miradores,
el de Puerto del Boyar y del Puerto de las Palomas. En esta zona
hay decenas de cuevas, si puedes visita una de éstas dos, la Cueva del Gato
y la Pileta.
Si te apetece conocer un poco de la cultura de este lugar,
puedes asistir a la representación de la vida cotidiana de los bandoleros. El
pueblo se transforma para volver al siglo XIX y decenas de vecinos ataviados de
época reviven la vida de aquella época. Suele ser a primeros de octubre.
Zahara de la Sierra.
Zahara está situada en las faldas de una sierra, las calles
de este pueblo de origen árabe de blancas casas te llevarán hasta la Iglesia de
Santa María de Mesa y subirás después de las ruinas del Castillo, donde la
torre del Homenaje se levanta sobre un peñón. Dudarás en subir cuando veas la
cuesta, ¡lo sé! Solo te pido que te lo pienses y si te decides a subir te
prometo que merece mucho la pena.
Si no te atreves a subir al castillo, las vistas desde el
embalse del río Guadalete también son magníficas.
Una curiosidad climática, éste es el pueblo donde más llueve
de España y uno de los pocos pueblos gaditanos donde nieva.
¿Te gusta tanto el senderismo como a mí? Aquí puedes
disfrutar de planes de senderismo, escalada y espeleología.
Algodonales.
La villa de Algodonales es otro de los famosos pueblos
blancos gaditanos, es de paso obligado para acceder desde el norte al Parque
Natural de la Sierra de Grazalema. Su casco antiguo está declarado Bien de
Interés Cultural. Olivares y huertas de verduras a los pies de la Sierra de
Líjar. Destaca la iglesia barroca de Santa Ana con una torre alta y la
puerta del Perdón.
Olvera.
Pueblo entre colinas arboladas, declarado conjunto
histórico-artístico. Cuando estés en el barrio de la Villa tendrás la sensación
de haber viajado en el tiempo, tiene más de setecientos años. Si quieres
conocer la historia de la comarca de una forma singular, visita la casa de “La
Cilla”, un antiguo granero construido en el siglo XVIII que actualmente es
un museo. Tienes que visitar también la Iglesia de Nuestra Señora de la
Encarnación, su templo está levantado sobre una mezquita árabe. A unos dos
kilómetros hacia Ronda, provincia de Málaga, está situado el santuario barroco de
Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de Olvera, ¡no te lo pierdas!
Una sorpresa te aguarda a la entrada del castillo nazarí
de Olvera, la entrada está escondida tras la puerta de una casa, de tantas
como hay en la vecindad. Es realmente curioso. Desde su torre del Homenaje
podrás admirar la panorámica del pueblo.
Antes de partir de Olvera, no te resistas a la tentación de
probar sus famosas tortas del lunes de Quasimodo, tradición de siglos. Uno de
sus ingredientes estrella es la canela, ¡y a mí con eso me tienen enamorada!
Setenil de las Bodegas.
No sé si será de los pueblos blancos más bonitos, ¡para
gustos colores! Lo que si te puedo decir es que es de los más curiosos. Entre
la calle Cuevas del Sol y la calle Cuevas de la Sombra, vas a
descubrir casas que parecen construidas debajo de una cueva. Ambas están
separadas por el río Tejo y … ¿adivina
cuál es la diferencia de ambas y por qué? A una de ellas le está dando Lorenzo
durante todo el día y a la otra ni por asomo.
Aunque este pueblo es más que éstas dos calles. Visita Plaza
del Carmen, Calle Calcetas y sube también hasta alguno de sus miradores,
disfrutar de sus vistas merece la pena.
Antes de continuar la ruta, hazme caso y párate a degustar
en cualquiera de sus tiendas, los productos de la zona, como la chacina,
ibéricos y aceites de oliva de la zona.
Y si te apetece otra paradita para descansar, te recomiendo Un
rincón de la roca, un apartamento rural en mitad de la roca, el lugar es
magnífico.
Todavía quedan pueblos blancos que he dejado en el tintero,
te comento algo más fugazmente. Como que, en Ubrique, se encuentra el
convento de Capuchinos. En Villaluenga del Rosario, existe una plaza de
toros excavada en la roca. En Jimena de la Frontera, situada en el
precioso parque natural de los Alcornocales, a los pies de un antiguo
castillo-fortaleza y en sus alrededores está la “Cueva de la Laja Alta”. Y es Castellar
de la Frontera, tienes unas vistas panorámicas del continente africano.
Como siempre, todo lo mencionado en el artículo lo dejo
armado en un enlace de Google maps para que lo tengas todo localizado, lo
puedes ver aquí.
Y hasta aquí la ruta de hoy, seguiría contándote mil
historias más, te las dejo para la siguiente entrega. En el siguiente artículo
seguiremos de viaje por la provincia de Cádiz. Otra ruta que como pista te diré
que vayas preparando una copia de Jerez para aderezar nuestra siguiente
aventura.
¡Escápate y respira conmigo el aire de nuevos lugares!
¡Te espero!
Redacción. Aurora Ubiña