MILAN FASHION WEEK, fue la encargada de sumergir a la
ciudad italiana en la esencia de cada uno de los diseñadores que se dieron cita
en esta nueva edición.
La creatividad y la imaginación están floreciendo y nada se le da mejor a la industria que re inventar la moda de épocas pasadas, estamos viendo mucho de los noventa y los dos mil, con aquella revolución que provocó el efecto del nuevo milenio, pero también tenemos a los más punteros que se animan con los ochenta. El sastre sigue siendo una de las bazas más cotizadas, pero admitámoslo un buen traje siempre es un fondo de armario.
Empecemos con Giorgio Armani, quien entre una gama de
grises nos asoma algún que otro tono vivo, sobre todo en complementos, abrigos
y cardigans.
La casa parece haber vuelto a la sobriedad de sus
orígenes, con líneas rectas y sencillas que te sorprenden con algún vestido en
transparencias de colores, o algún abrigo lleno de volantes en tul rosa y
fucsia.
Pero quedémonos con esos detalles de colores, que le dan un punto muy especial, pero sin perder ese aire sobrio y sencillo.
Moschino como siempre, pura fantasía, y esta vez parece
haber sacado a relucir a los personajes de la Bella y la bestia, con vestidos
que parecen un reloj, la puerta de Alicia en el país de las maravillas con
escote cerradura o Mulán, en un vestido que es literalmente un biombo.
A Jeremy Scott imaginación no le falta, mezclando negros
con dorados, volúmenes con líneas rectas, arpas, brocados, detalles en pedrería
al más puro estilo barroco, e incluso crinolinas, que recuerdan bastante a las
colecciones de principio del dos mil de Vivienne Westwood y Galiano.
¡Se echaban de menos esos desfiles en los que era todo
fantasía, en donde llevas un “bebé” vestido de astronauta o el mismo Jeremy
cierra el desfile vestido de Major Tom!
Es verdad que la gama de colores era un poco escasa para ser Moschino, pero a veces uno ha de lanzarse a lo que nadie espera, ¿no?
Dolce & Gabanna, me ha sorprendido gratamente.
No ha salido de su clásico negro, en su mayoría, pero las
líneas tenían estructuras y volúmenes que recordaban en cierto modo a figuras
geométricas.
Los trajes de lycra en negro con flúor y los abrigos
oversized en acolchado y de pelo sintéticos, parecen una nave de aquellas del
2000 cuando el estilo técnico y Neo futurista de Tokio estaban tan de moda como
ahora.
Maxy gorros con pelo, hombreras anchísimas en trajes de dos piezas e incluso un conjunto jety fucsia que nos transportan al mundo de Blade runner, ¡me encanta!
Y la joya de la corona, ¡Gucci! Desde hace dos años que
Alessandro Michelle nos trajo Gucci a Milán ha habido un antes y un después de
la era Gucci.
En esta última colección vemos muchos guiños y recuerdos
a cuando la marca se dedicaba en exclusividad a un público más elitista y que
dicho estilo ahora por suerte está al alcance de todos, sin perder su estética
y ese aire retro que tanto le caracteriza, ha dejado un poco más de lado el
“bondage” de las cadenas y los arneses para traer de vuelta ese estilo glam con
lencero, falsos fur, trajes, gafas amarillas de pasta, corbatas, boinas y
mocasines, que le dan un toque más glam y con mucho estilo, para derivar a una
especie de mix entre lo retro y glamuroso con toques chandaleros. Siguiendo la
línea colaborativa que ya vimos con Balenciaga, y sin recurrir al Clásico chándal,
su nueva colaboración es con Adidas, reinventando el tejido y las rayas
clásicas de la marca deportiva en vestidos y trajes de chaqueta.
Colores muy vivos que se mezclan con el prints en tonos
camel, cuadros y psicodelia, cromados tachonados y algún que otro toque folk en
solapas de americanas o abrigos de pelo con estampado de vaca.
Tachuelas, pinchos algún que otro tul y el regreso del
cinturón ancho, la ropa interior por fuera y medias de red estampadas y algún
que otro tul, para no perder la esencia que caracteriza últimamente a la
casa.
Lo cierto es que puedes ver un desfile de Gucci sin que te digan que es Gucci, y reconocerlo y eso es pura magia.
No podemos olvidar a otras marcas tan importantes como Versace, Fendi y muchas más que sorprendieron a los amantes de la moda; por ahora nos despedimos de Milán para tomar un billete a LONDRES, ¡let’s go y nos vemos al aterrizar!