¡El tren de TWK no para! Hemos visitado rincones de nuestro
país, en Madrid y Barcelona, cruzando el charco hacía Nueva York, vuelto por
Londres y ahora le toca el turno a Milán, la ciudad de la moda italiana.
Milán es un despliegue de clase con mucha fantasía e
interpretación propia del estilo. Puedes ver a un Dandy vestido en tuxedo al
lado de una chica en minivestido de punto en color rosa chicle con zapatillas
blancas, es una gozada para los sentidos, imaginación y clase a partes
iguales.
Coge tu pasaporte y acompáñame en este viaje lleno glamour
en donde las sorpresas están garantizadas.
Armani cerró el show al público por precaución hacia la
crisis que sufrimos con el coronavirus y lo retransmitió en streaming por
internet para que podamos verlo sin peligro de contagio.
Vestidos largos, dos piezas con chaqueta corta recta, y
volumen en la parte inferior en pantalones que redondean en la cadera y se
ciñen al tobillo o faldas globo, botonaduras dobles simulando piezas de montar,
en donde predomina el terciopelo negro con pinceladas de fucsia pistacho o
camuflaje de flores y algún que otro brillo en purpurina y lamé.
El espectáculo cierra con 12 modelos chinas en el suelo del
teatro vistiendo trajes de la colección Armani prive del 2009-2019, (inspirados
en china), mientras suena “Rapsody on a Theme” de Paganini y Giorgio sale a
saludar, fin.
The show must go on y tú y yo seguimos nuestro viaje con
parada en Fendi en donde la curva toma el protagonismo en una mujer autoritaria
que se viste con el poder femenino, sexual, social o profesional.
Mangas extremadamente abullonadas y hombros muy anchos en
trajes con mucho cuerpo y textura, en jerséis y vestidos, que realzan el inferior
con faldas midi contrastando con minishorts, marcando cintura con cinturones
finos y cadenas, con chaquetas de cuero y fur, en donde el paisley, toques de
animal print y colores pastel toman la pasarela.
Moschino te lleva de la pasarela de Milán a París del siglo
XVIII. Jeremy Scott te invita a su particular fiesta del té en un
Versalles actualizado con la style Icon la influencer Marie Antoinette.
Vestidos con forma de pastel, faldas denim transformadas en
canesú y minifaldas con Cancán, botas xxl hasta el muslo de cordón y charol,
biker toreras bordadas, sudaderas transformadas en chorreras y corsés, pelucas
gigantes y caras empolvadas rizadas y el exceso son la clave, ¿a quién le
apetece un trozo de tarta?
Prada quiere mandar un mensaje al mundo, ¡Sostenibilidad!
En un mundo futurista y aséptico en donde predominan el rojo
el negro y el morado, las modelos desfilan alrededor de la escultura de Rem
Koolhaas de Atlas, como mensaje visual de lo que la colección nos muestra, una
mujer trabajadora que, como Atlas, sostiene el mundo sobre sus hombros.
Dividido en dos partes la colección empieza con una serie de
piezas clásicas en monocromo y colores neutros, en trajes sastre, pantalones
rectos abrigos masculinos con detalles de faldas de flecos con mucho
movimiento, grandes aberturas, bolsos maxis que contrastan con las riñoneras y
los mini bolsos redondeados, contraponiendo a las líneas más clásicas.
Tonos cromados, blancos y negros, y algunos estampados
ligeros y discretos, que van derivando en piezas más festivas con plumas,
vinilo y una explosión de colores y prints increíbles combinado con piezas de
tul, y botas tácticas, zapatos cromados y detalles de flecos de strass, todo
pensado con una sola idea, prendas reutilizables y atemporales, ideadas para
sobrevivir en el tiempo, porque si hay que invertir en algo, es unas piezas
clásicas que duran toda la vida.
Lo bueno se hace esperar y en este caso es cierto, la parada
final viene con Gucci.
Alessandro Michele ha vuelto a dejarme con la boca abierta
llenando la escena de muñecas georgianas vestidas en cancanes, con tul y
arneses, en una visión macabra elegante y dramática con lágrimas negras y
sombreros de copa, de esa manera tan teatral que solo él sabe.
La puesta en escena es impactante, en medio del escenario
vemos plataforma tubular en donde a través del cristal podemos ver la intimidad
que se guarda entre bambalinas, los burros con las prendas el maquillaje y la
preparación, presentando a las modelos en una plataforma que se mueve de manera
circular, para poder ver los diseños mientras permanecen estáticas cual
maniquíes de carne y hueso.
Trajes sixties en colores y estampados llamativos que son ya
un ícono de Gucci, vestidos babydoll, trajes Dandi en cuadros, con cortes muy
setenteros, faldas con calcetines, volantes, cuellos boho, hombros rectos y
mucho volumen, en tonos sorbete y colores vivos, en donde las mezclas
imposibles toman lógica, uniendo vestidos boho con jeans roto, bandannas en la
cabeza, tocados de strass y plumas, cruces, lanas y sedas.
Y hasta aquí hemos llegado en nuestro pequeño viaje a la
“Bella Milano” y llegados a este punto, diremos que dentro de una misma ciudad
y en una misma semana vemos todo tipo de diseños y estilos distintos, que nos
llevan a una misma conclusión, la moda puede ser un arte, un medio de
expresión, pero también es juego y en los juegos hay divertirse.
No dejes tu pasaporte muy lejos que aún nos quedan paradas
de este trayecto y nuestro tren sigue en marcha y nos lleva a París.
Redacción: Anie Rodríguez Labrador
Fotografías. Getty