Emigrante, de aquí… Diariamente somos muchos escribiendo una historia


El FMI registra la posible salida de más de 10 millones de venezolanos antes del 2023*, ¿qué es esto para los millones de personas en la segunda guerra mundial o los ataques económico- sociales de la actualidad?, ¿es la guerra el único motivo de salida?, ¿y si lo viéramos como un reto personal?; sin quitar el mérito de nuestros antepasados, luchadores incansables y propagadores del crecimiento universal.


           Dicen que emigrar es una de las decisiones más difíciles que tomamos algunos. Cuando son las guerras el motivo crucial, para muchos es la única y sabía opción; mis abuelos que poco pisaban los veinte y treinta años dejaron Italia para tomar un barco que cruzaría el Atlántico (con mi padre y tío menores de 10 respectivamente), llegarían a Venezuela, tierra rica y conocida internacionalmente por su fuente de poder: El petróleo, ese Oro Negro que despertaba curiosidad a todo el planeta, conjuntamente por un clima cálido propicio para la producción y disfrute social; sin embargo, sabias palabras de mi anciana favorita días antes de ser yo quien tomara la decisión de partir: “La historia es cíclica y quizá, algún día veas a tus nietos partir”.


             Era el año 2014, Venezuela vivía a diario con sus calles colapsadas por manifestaciones (que ya tenían años azotando ‘palpitantemente’ las calles desde hace meses y años), consignas de dos bandos, la electricidad era cuestión de suerte y fuera de las fronteras se decía que quizá no teníamos papel higiénico en los lavabos, es así, éramos un mundo paralelo entre noticias y políticas, sin embargo, yo era una joven de 25 años que después de mucho pensarlo, y sin ninguna razón política ni social, siempre quiso vivir la aventura, arriesgar e intentar, pongamos pues el acento en la situación política; pero qué podía salir mal, yo siempre podía volver a ‘casa’.

            Asimismo, el suelo de Carlos Cruz Diez, pintor y escultor venezolano me despedía en la capital venezolana, su arte en los pasos de un aeropuerto internacional, mis dos maletas y una mochila eran solo lo físico que me representaba, yo era más… era de esas personas que tienen miedo y felicidad al mismo tiempo; sabía que mi vida era más mía, tenía el doble de ganas de vivir y más del doble en soñarla.


             Cabe destacar, no era mucho el dinero que llevaba encima, ni siquiera lo suficiente y aún recuerdo esas citas infinitas de mi abuela: “…te costará como me costó a mí, te dolerán los recuerdos, pero algún día amarás ese país como yo amé Venezuela”, y así es. Hoy después de seis años de mi llegada a España, solo tengo que decir: ¡Gracias!; porque a pesar de pensar que muchas veces me equivoque, sé que hoy lo volvería a hacer. *El Fondo Monetario Internacional revela la posible cifra de más de 10 millones de venezolanos que abandonaran el país caribeño antes del 2023, sin embargo, yo no abandoné a nadie, yo necesitaba vivir esto y lo busqué desde siempre y quizá tú también necesites vivirlo y lo compartas conmigo. España, por ejemplo, registró un crecimiento considerable de extranjeros en su población del 2019, cifra que no se superaba desde 2014, hoy en día es más del 10% de la población residente en el país con casi cinco millones de personas.

            Ahora bien, que fácil parece tomar un avión, un destino y decirle a adiós a todo a tus recuerdos y a tus amigos. Sabes qué, está bien llorar, está bien sentirse solo a veces, está bien tener que comprar el primer abrigo para ese invierno que no puedes aguantar, está bien extrañar, buscar amigos en el primer bar y hacer mercado a veinte cuadras de tu casa, camina, sin duda, camina un montón… pero sabes que llegará un momento donde ames tanto el nuevo lugar que dejará de ser nuevo y será más tuyo. 
Edgar Ramírez, actor-venezolano hoy en Hollywood nos escribió algo que para mí fue estrictamente necesario decirle al Mundo: “…yo no extraño Venezuela, yo extraño todo lo que viví en Venezuela”, se extraña los sueños que uno se hizo de un lugar, de una persona, de un pensamiento.

            Seguidamente, hoy migro cada vez que viajo, cada vez que algo me ilusiona, después que emigras una vez, el mundo te pertenece. Emigrar te hace conocer culturas, eres ‘prácticamente un turista para siempre’, no eres de aquí ni de allá, no perteneces pero eres a la vez de todas partes, eres del Mundo, de quien te pronuncie, eres la educación de tus padres, la enseñanza de tus maestros y el profesor de una nueva sociedad y tus hijos serán la raíz de esa semilla del otro continente, tu anterior ‘hogar’, eres de valores, del buenos días por la mañana, del gracias y adiós, de los buenos actos y de los malos seguramente también, eres comidas y de infinitas sobremesas, “eres la mezcla de tus abuelos, mitad de allá y mitad de aquí”. 
La familia se convierte en una llamada por Skype, en una conversación de más de un minuto por nota de voz, de las navidades con amigos que quizá recién conoces, de regalos inesperados y nuevos abrazos físicos pero muchos mentales; sin duda llevas experiencia en extrañar, pero sabiduría en el vivir, eres de esos que se atrevieron a cambiarle el sabor al paso constante de vivir una experiencia. 


             Es así, donde tendido el horizonte en una playa que en nada se parece a las mías, salvo que nos une el agua de un mismo planeta, descubrí que somos simples personas viendo las olas andar a su ritmo, donde aquí la gente y el agua son más frías (o no) y los días de invierno me congelan los pies y algunas partes del cerebro. Ahora bien, ‘Alex’ como algunos me llaman, es periodista de profesión, pero emigrante por decisión. Una mujer ‘empoderada' como solo un adjetivo calificativo. Ahora bien, prefiero pensar que tanto hombres como mujeres hemos venido a vivir experiencias, que algunas veces ni siquiera buscamos, cada uno a su forma y manera, que aquí lo realmente importante es vivir, y que, aunque para algunos emigrar sea sobrevivir, para otros es la vertiente de una nueva versión 2.0 de ti mismo.
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             Finalmente, unos emigran solos como yo, otros en familia, y sinceramente no sé en que punto medimos la dificultad del proceso, solo puedo decirles que: ¡No es fácil!, somos valientes en todo el camino; siempre que estés dispuesto da las gracias, ayuda, enseña, aporta, si la vida te da la oportunidad de dar ejemplo, se el reflejo de tu sociedad.
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¿De dónde serán mis hijos?
Pues no lo sé, en mi caso quizá sean españoles, hijos de una venezolana con bisabuelos italianos; lo que sí es seguro, es que tendré hijos llenos de Mundo. Porque el regalo más grande que puedes regalarle a tus hijos serán experiencias, y si la historia es cíclica, seguramente tendré que ir con 60 años a visitar a mis nietos en Asia, yo me atrevo…

¡Nos vemos en el próximo capitulo!

See you…




Redacción y Fotografías. Alexandra Ruggiero

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