Directora del Barcelona Bridal Fashion Week, Albasarí Caro es mucho más que una gestora cultural o una figura influyente del sector nupcial. Es una mujer que ha cruzado fronteras —geográficas y personales— con una mezcla de determinación, sensibilidad y visión estratégica. En esta conversación íntima, descubrimos los orígenes de su vocación, el poder de la empatía y su mirada sobre el futuro de la moda.
Antes de convertirte en una figura clave de la industria nupcial, hay una historia que comenzó muchos años atrás. Si cerramos los ojos y viajamos al pasado, a esa niña de ocho años que eras… ¿cómo era Albasarí?
Siempre he sido una persona muy curiosa. En mi infancia era bastante tímida, muy introspectiva, y con el tiempo fui desarrollando una personalidad más abierta, expansiva. De pequeña leía muchísimo, los libros fueron mi ventana al mundo. Crecí en Miami, en un colegio público donde casi no se hablaba de Europa, pero la lectura y mi pasión por la música clásica despertaron ese interés. Empecé a estudiar piano en un conservatorio, y poco a poco nació en mí ese deseo de vivir en Europa. Primero fue Alemania, y más adelante, España. Diría que antes vivía más desde la mente… hoy en día, ¡hablo hasta por los codos!
Hay recuerdos de la infancia que no necesitan fotografía, porque vuelven a nosotros a través de los sentidos. ¿Cuál es ese recuerdo que suele invadirla, que te conecta con tu niñez?
Soy una persona muy sensorial, y los recuerdos me llegan sobre todo a través del gusto. La comida me conecta directamente con mi infancia. Crecí en un entorno cubano en Miami, así que mis recuerdos son arroz con frijoles negros, platanito frito, masitas de cerdo, yuca con mojo… todo eso forma parte de lo que soy. Para mí, la infancia se saborea, se disfruta.
Tu trayectoria profesional es rica y diversa, ¿cómo fue ese recorrido académico y laboral antes de encontrarte con el mundo de la moda?
Estudié Historia del Arte porque me fascinaban el arte y la música clásica, pero más adelante me cambié a Ciencias Políticas y me gradué en Miami. Luego cursé estudios de Comunicación en Washington D.C. Siempre me ha interesado profundamente cómo se relacionan los seres humanos, tanto desde un punto de vista estratégico como político. Esta mirada me da hoy una perspectiva muy valiosa en mi rol actual, porque la moda también responde al contexto político, económico y social de cada momento. No puedo decir que mi vocación inicial fuera la moda; eso llegó más tarde, cuando empecé a trabajar en Mango. Pero desde siempre me atrajeron los movimientos globales, especialmente en Latinoamérica y Oriente Medio.
¿Tuviste alguna figura familiar que te inspirara o guiara hacia la carrera que hoy desempeñas?
Mi madre era secretaria en el sistema escolar de Miami. Mi camino no fue dirigido por una influencia directa, fue más bien un impulso personal. Desde pequeña pasaba los fines de semana enteros en la biblioteca. Mi madre me dejaba por la mañana y me recogía por la noche, y yo feliz entre libros. No era una niña popular, ni de salir o asistir a fiestas. Me refugiaba en la lectura. Todo partió de una curiosidad innata, de una búsqueda personal.
Tras recorrer distintos ámbitos, ¿cómo fue que llegaste a formar parte de la industria de la moda?
Mi entrada al mundo de la moda fue en Mango. Hablaba alemán, portugués e inglés, así que comencé traduciendo mensajes para las tiendas en esos idiomas. Era mucho antes de que existiera la inteligencia artificial. Luego pasé al departamento de comunicación, donde gestionaba relaciones públicas con revistas de países de habla alemana y portuguesa. Más adelante, me integré al departamento comercial, donde trabajé directamente con Isak Halfon, uno de los grandes pilares de la empresa y un mentor para mí hasta el día de hoy. Gracias a esa experiencia, aprendí todo sobre expansión internacional y sobre cómo proyectar Barcelona al mundo desde una firma tan potente.
Y de ahí, llegas a liderar uno de los eventos más influyentes del universo bridal. ¿Cómo surgió la oportunidad de dirigir el BBFW?
Después de casi una década en Pronovias, una etapa que fue absolutamente formativa para mí, atravesé una experiencia muy transformadora: el cáncer de mama. Fue justo al final de mi tiempo en la firma. Tras el tratamiento, decidí tomarme un respiro. Fue entonces cuando me llamaron de Fira Barcelona para este proyecto. Y pensé: si estoy bien, si tengo salud, ¿por qué no empezar de nuevo? Acepté. Y agradezco profundamente esa llamada, porque después del desafío más grande de mi vida personal, llegó el reto profesional más importante… y lo estoy viviendo con muchísima ilusión. Me he sentido acogida, valorada, y eso lo llevo muy dentro.
Tu historia es profundamente inspiradora. Que hayas compartido tu experiencia con el cáncer no solo nos emociona, sino que también ayuda a generar conciencia. ¿Qué importancia tiene para ti hablar de ello públicamente?
Es fundamental. Lo cuento porque una de cada ocho mujeres pasamos por un cáncer de mama. Si se detecta a tiempo, como fue en mi caso, se puede superar. Pero también hay mujeres que no llegan, o que quedan con secuelas físicas y emocionales. Yo tengo mi comunidad de compañeras de lucha, y para mí es importante dar testimonio de que se puede salir adelante. Hoy, solo me acuerdo del cáncer cuando alguien me pregunta: "¿Cómo estás?" Ya forma parte de mi historia, de mi formación personal, pero no me define.
Desde que asumiste la dirección del Barcelona Bridal Fashion Week, ¿qué ha significado para ti liderar este proyecto tan emblemático?
Es un privilegio enorme. Contar con el respaldo y la estructura de una institución como Fira de Barcelona es una fuerza incomparable. Este evento tiene un gran equipo detrás, y para mí es esencial destacar eso: las más de quinientas personas que hacen posible que todo esté perfecto, desde el montaje hasta la seguridad. Además, tengo la oportunidad de continuar el legado de mi antecesora, Estermaria Laruccia, quien dejó el listón altísimo. Mi labor es aportar mi visión, mis valores, y seguir consolidando un evento que es referencia mundial en el sector bridal.
En un contexto en el que la tecnología avanza a pasos agigantados, ¿cómo se posiciona BBFW frente a herramientas como la inteligencia artificial?
El año pasado utilizamos la inteligencia artificial para crear la campaña visual de BBFW. Queríamos abrir el debate y mostrarla como lo que es: una herramienta más. Este año, sin embargo, volvimos a apostar por la presencia humana, por una modelo real. No se trata de reemplazar a nadie, sino de encontrar un equilibrio. La tecnología está aquí para ayudarnos, pero el ser humano sigue siendo el centro de todo.
Para cerrar esta entrevista con una nota íntima… ¿cómo definirías la esencia de Albasarí Caro? ¿Cómo te gustaría que te recuerden?
Mi esencia es la empatía. Tengo un profundo respeto por el ser humano, y en especial por las mujeres. Creo que cuando una llega a una posición de influencia, tiene la responsabilidad de tender la mano y ayudar a otras a llegar también. Me gustaría ser recordada como alguien que supo acompañar, elevar y crear entornos seguros, donde las mujeres puedan desarrollarse, apoyarse y brillar juntas. Como esos grupos de apoyo que tan importantes son cuando se atraviesan momentos difíciles. Si hay algo que quisiera dejar como legado, es eso.
Albasarí no solo lidera un evento internacional. También lidera desde el alma. Y en un mundo que a veces se olvida de lo esencial, eso es —sin duda— su mayor pasarela.
Entrevista por Karina Casquero Ch.