Por. Silvia Minguella
Tras las vacaciones, la vuelta a la rutina con incorporación de hábitos saludables y todas las tareas que de repente se nos acumulan cuando llega septiembre, porque sentimos que después del descanso tenemos que estar y darlo todo. Parece que hace una eternidad que no hablamos… ¡Qué intensidad!
Bien, está muy bien haber regresado con energía y motivación después de las vacaciones de verano y deseo que ese feeling se mantenga…. Siempre y cuando aprendas a saber diferenciar; qué sí merece tu energía y qué no; es decir: Aprender a poner tus límites.
Efectivamente; Aprender a poner límites, vaya temita ¡eh! Posiblemente algo que abarca casi toda una vida. Así pues, empecemos por el principio:
¿Qué son y en qué consisten los límites?
Según el diccionario la definición de límite es: “Punto o línea que señala el fin o término de una cosa no material; suele indicar un punto que no debe o no puede sobrepasarse”.
OK, entendiendo esto; cuando nos referimos a límites sociales/personales debemos aprender a precisamente ubicar estos límites de manera saludable tanto con nuestro entorno, las personas con las que convivimos, nos relacionamos y sobre todo con una misma.
Diferenciar entre poner límites con los demás VS ponerse límites con una misma son 2 cosas diferentes, pero están muy conectadas. Lo ideal es saber ponerse y regular esos límites que nos ponemos personalmente para luego poderlos poner afuera, pero... ¿qué pasa?
- Lo primero esencial que hay que saber es que, en cualquier caso, para poder poner límites saludables tanto con una misma como con otras personas, es NECESARIO auto-conocerse. Esto que suena obvio puede no serlo tanto cuando nos damos cuenta de que generalmente estamos programadas y crecemos siendo educadas con la idea de que tienes que ser una buena niña-persona; lo que significa que debes estar siempre disponible para ofrecer tu ayuda y tu tiempo a quien te lo pida; “tienes que ser buena y estar al servicio de los demás”.
- De este modo crecemos creyendo que entregarse a los demás siempre que nos lo pidan, es lo que nos hace ser buenas personas y cuando no, aunque sea algo que dentro de ti sabes que no quieres hacer y te sientes culpable por no complacer a los demás, PERO debemos aprender que siempre que venga desde el amor y la buena intención, a la primera persona que debemos complacer es a nosotras mismas y a nuestra salud mental- emocional.
- Por ello, hay que iniciar un proceso de re-conocimiento para poder determinar por ti misma, individualmente; lo que va contigo y lo que no; las cosas que toleras y las que no; las que te hacen bien y las que no; independientemente del sistema de creencias con el que hayas crecido.
- Define Quién eres TÚ, a día de hoy; Ahí empieza el proceso de autoconocimiento - reconocimiento.
Debes saber que con ese NO a los demás con naturalidad, verdad y sin culpa; te estás poniendo el límite a ti misma y consecuentemente te estás honrando y mostrando respeto porque sabes que hay algo que te inquieta, que te agobia y eres capaz de poner ese límite por TI.
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Ph. Alena Shekhovtcova |